Diéresis

Un espacio para libros, frases, dichos, o articulaciones de palabras que merecen no pasar desapercibidas.

miércoles, noviembre 08, 2006

Otra de Birmajer, "Negocios", de Fábulas Salvajes

Una dura guerra se había establecido entre los tigres y los castores. Durante el verano, los castores habían construído diques y cuevas de madera. En el invierno, simplemente por divertirse, los tigres las habían destruído; y en más de una ocasión habían lastimado o matado a los castores si se hallaban en el interior de las cuevas o cercanos a los diques.

Los castores, aunque físicamente inferiores, eran tenaces e inteligentes. No pasó mucho antes de que comenzaran a defenderse: sabios carpinteros, construyeron trampas de madera en el bosque y emboscaban a los tigres allí donde los encontraban.

Los ataques de los tigres contra los castores recrudecieron.

A poco, el bosque era un gigantesco campo de batalla. Ningún animal podía pasear tranquilo.

El Gran Consejo Animal decidió poner coto a esta conflagración.

Los animales comisionaron al Tero para que oficiara de mediador entre las partes.

El Tero habló primero con los tigres y, luego de acordar una serie de medidas, se dirigió a las cuevas de los castores.

- Los tigres han llegado a un acuerdo con el Gran Consejo Animal -dijo el Tero-. Si ustedes, los castores, dejan de emboscarlos y de poner trampas, ellos, los tigres, sólo se dedicarán a destruir vuestras cuevas y diques, pero no los dañarán físicamente.

Un gran murmullo de desaprobación se alzó entre los castores.

- ¿Qué trato es ese? ¿Por qué deben dañar nuestros diques? ¿Cómo garantizarán no dañarnos si estamos dentro de las cuevas cuando las destruyan?

- Calma, calma -dijo el Tero-. El Gran Consejo Animal comprende vuestras quejas. El Gran Consejo Animal sabe que la razón está de vuestro lado y que los tigres representan el Mal. Pero... lo cierto es que los tigres son más fuertes que los castores, y nosotros, como Gran Consejo Animal, debemos negociar con ambos. Negociamos con los malvados para suavizar sus maldades y con los buenos para evitarles mayores sufrimientos. Castores, no les queda otro remedio que aceptar el trato que les proponemos.

Un viejo castor, apenas iluminado por la luz de una rama encendida, fue el encargado de darle al tero la negativa:

- Ve y dile a tu Gran Consejo Animal: quien negocia con Dios y con el Diablo, negocia con el Diablo solamente.

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